El sábado Old Trafford se vestía de gala para recibir al Arsenal. El teatro de los sueños presenciaba dos acontecimientos importantes de cara a los últimos enfrentamientos entre ambos clubes. Por un lado Van Persie se reencontraba con su ex-equipo, viniendo en un estado de forma tremendo y con los goles entre ceja y ceja. Por otro lado el Arsenal llegaba a Manchester con sed de venganza tras recibir en la temporada pasada un 8-2, resultado histórico y que aún duele en el seno gunner.
La ilusión del equipo de Arsène Wenger era nueva. Volvían a unirse en un segundo partido, el centro del campo tan estimulante Arteta-Wilshere-Cazorla. Todo esto proyectaba un encuentro en el cual los gunners saldrían a dominar el partido e intentar "vengarse" por lo sufrido la temporada pasada. Pero más allá de la realidad, el Arsenal volvió a decepcionar y se volvió a dar de bruces con lo que le lleva pasando en Old Trafford desde 2006. El juego, la falta de intensidad y el sufrimiento que presentan en este campo hizo que los de Wenger no tuvieran respuesta un año más al juego de los locales.
Con un gol en el minuto 3 de Robin Van Persie (tras error de Vermaelen) el Manchester United encarrilaba el partido hacia una nueva victoria local, que sentenciaría en el minuto 67 con un cabezazo de Evra. Los reds devils tuvieron en Cleverly-Rooney-Valencia-Van Persie a los verdugos idóneos para sentenciar a un Arsenal que no supo responder al vendaval local. Los dos primeros hicieron un despliegue en el centro del campo gigante, trabajando cada balón tanto de ataque como de defensa y haciendo inútil el trabajo de Arteta, no dejando recibir a Wilshere y Cazorla. Los dos segundos se limitaron a romper la defensa rival, atacando de la forma más inteligente posible, sobre todo un Valencia en estado de gloria que atacaba a un André Santos que no sabía responder a sus embestidas, y un Robin Van Persie que seguía alargando su buen momento con el gol (8 goles en 10 partidos en Premier League).
El Arsenal no sabía responder y se ahogaba poco a poco en su propio juego improductivo, tocando y tocando en la mayoría de ocasiones sin crear ningún tipo de peligro sobre la portería de David de Gea. Preocupante la forma de sufrir del equipo de Londres cuando no tienen el balón, siendo incapaces de robar balones y mantener una presión intensa y constante para no dejar jugar al rival, y junto a esto la falta de concentración en la defensa de jugadas a balón parado (como se produjo el segundo gol de los locales). Junto a esto, la nula ayuda de los jugadores de banda (tendían a irse hacia dentro tanto Ramsey como Podolski) hacía que no hubiese espacio para conseguir filtrar pases y abrir el campo para atacar por las bandas. La respuesta a un partido como el del sábado la tiene Wenger en el banquillo y se llama Walcott, un jugador que abre el campo y puede romper la defensa con desmarques y asociaciones rápidas. El resultado final fue de 2-1, donde la figura de Mannone hizo que la goleada no fuese mayor y que el Arsenal se fuese "aliviado" sin recibir un correctivo como el año anterior (8-2).
Los datos son preocupantes. El Arsenal no gana en Old Trafford desde el 17 de septiembre de 2006, cuando ganó con un gol de Adebayor. Además, junto a esto, en los últimos 21 enfrentamientos en Manchester, el balance se ha dado tal que así: 13 victorias locales (con variedad de resultados en 1993, 1995, 1996 x2, 2001, 2002, 2004, 2006, 2008, 2009, 2010, 2011, 2012 ); 5 empates (con resultados de 0-0 y 1-1 en 1993, 1999, 2000, 2003 y 2009) y 3 victorias visitantes (con resultados de 0-1 en 1998, 2002 y 2006). Dato alarmante para un equipo que año tras año se diluye en un escenario tan importante y que no sabe responder a la exigencia de un choque así.
Un año más, el Arsenal vuelve a Londres con el rabo entre las piernas. El resultado final fue de 2-1 (recorto distancias Cazorla en el minuto 95), pero la sensación no fue de igualdad, sino de una superioridad local muy grande, por lo que la solución que se tiene que buscar es rápida ante partidos así. Otra vez Old Trafford fue testigo de la victoria del equipo local, que va creciendo año tras año y hace que día a día el Manchester tenga en su campo un fortín contra el equipo gunner. Una vez, el Arsenal volvió a Londres pensando que cualquier tiempo pasado fue mejor.