domingo, 15 de junio de 2014

Pugna entre dos


Mientras Andrea Pirlo flotaba por el campo haciendo su fútbol (ese que solo entiende él y sabe sacar a la luz en cualquier ocasión, sobre todo en los momentos adversos), en Inglaterra se iba gestando, o mejor dicho, se iba construyendo un camino sobre el partido (y quién sabe, tal vez también sobre el futuro de la selección inglesa) que haría de los 90 minutos un encuentro bueno para Inglaterra (a pesar del resultado) y bueno para Italia (por volver a reponerse a los baches). En Manaos ganó el fútbol, pero además de eso, dos selecciones obtuvieron en cierta manera un resultado positivo para seguir yendo hacia arriba. Italia con la victoria vive más tranquila, Inglaterra ahora tiene que jugar dos finales.

Inglaterra salió en el Arena da Amazonia con la idea clara de cómo quería que comenzara el partido. Una intensidad alta y una presión a cada pérdida de balón hacía que los de Roy Hodgson se plantaran en el terreno de juego con ganas de ganar. Así lo demostraba el primer disparo del encuentro, un misil de Sterling que pareció entrar por la escuadra de la portería de Sirigu (toda una visión óptica difícil de apreciar). Pero tras este inicio tan frenético, en el que Italia tampoco perdió la compostura, el partido se asentó y comenzaron las ocasiones por parte de una y otra selección.

Inglaterra, con sus fortalezas y debilidades intentaba ganar en ataque a través de la velocidad. Intentando ofrecer una imagen de equipo compacto, la selección de Hodgson intentaba robar balones a los de Prandelli y salir al ataque a toda velocidad. Pese a esto, el espacio entre las líneas a la hora de defender eran un paraíso para los jugadores de Italia, sobre todo para Pirlo, que campaba a sus anchas y mandaba el balón al pie de sus compañeros de forma similar a como un virtuoso toca el violín. Cuando el jugador italiano entra en contacto con el balón suena música clásica, la música clásica que hace mover a Italia. Y mientras Italia se movía al son de Pirlo, Inglaterra buscaba el rock & roll para encontrar su mejor fútbol. El equipo inglés está hecho para correr y matar a sus rivales al espacio, y es que su delantera es lo que busca, correr, encarar, correr y finalizar. Italia ofrecía la pausa, Inglaterra ofrecía la actividad.

Italia intentaba aprovechar cada posesión que tenía. No tenía reparos para mover el balón constantemente, y sabía que manteniendo la pelota en su poder acabarían haciendo daño a Inglaterra. Así, además de atacar bien por el carril central, la banda izquierda se convirtió en un foco importante para hacer daño a los ingleses. La falta de ayudas por parte de los atacantes ponía a Baines constantemente en un dos contra uno que aprovechaban Darmian y Candreva en cada ataque. El lateral italiano cuajó un partido sensacional y fue clave en la victoria de su selección. Y mientras las idas y venidas de ambas selecciones se sucedían, el buen hacer de Sturridge arriba (moviéndose y ganando balones a los centrales italianos) ayudaba a su selección a atacar. Este unido a Sterling, que se movió constantemente por la zona de tres cuartos (haciendo una buena lectura del partido), hicieron mucho daño a la selección italiana. Y es que el estilo eléctrico de Inglaterra tiene que ser el inicio de algo que evolucione de muy buena manera (al menos la materia prima así lo muestra).

Y pese al resultado, tanto Italia como Inglaterra mostraron una buena cara. Inglaterra demostró que puede hacerlo mucho mejor de lo que ha demostrado en ocasiones anteriores. Y que corrigiendo algunos fallos, puede plantear problemas a cualquier selección (ocasiones tuvieron para empatar el partido). Además, demostró tener revulsivos con ganas de cambiar los partidos. Tanto Ross Barkley como Adam Lallana entraron con ganas de hacer algo positivo para su selección, haciéndose notar y buscando el balón. Tal vez las individualidades se excedieron en algún momento por parte del combinado inglés, pero es que los jugadores invitan a que ocurra. Italia se llevó una victoria importante para el devenir del grupo y para volver a soñar con hacer algo importante en un mundial. El partido de Manaos acabó siendo algo positivo para el fútbol, los espectadores y las aficiones. Y aunque Inglaterra volvió a perder, encontró una cuerda a la que agarrarse para continuar hacia arriba en el futuro.


martes, 10 de junio de 2014

Primer paso a lo nuevo


Llevaba un tiempo debatiéndome si escribir sobre Inglaterra y mis sensaciones sobre el equipo para el Mundial de Brasil. A escasos días de que empiece la competición, y tras haberse jugado todos los amistosos habidos y por haber, donde algunos jugadores (más de los que debería) se han quedado en el camino, las selecciones están ya en el país del fútbol. Entre las ciudades, la playa y los lugares de concentración, asoma Inglaterra su cabeza para luchar una competición más por el máximo título internacional que se puede poseer. O al menos las sensaciones parecen mejores. Tal vez no sean para llegar a la cima, pero sí para estar cerca de ella.

He de decir que a lo largo de todos los partidos que he visto a Inglaterra pocas veces me he quedado satisfecho con el juego del equipo, con la actitud de los jugadores y con la mano que ha tenido Roy Hodgson para dirigir los encuentros. La falta de ideas, la costumbre a dejarse dominar por el rival y la poca búsqueda de un camino que sea continuo han hecho que esta selección haya ido sembrando dudas por cada lugar donde ha jugado. Si la riqueza de jugadores hacía ver que Inglaterra era una selección con buenos jugadores, variantes y posibilidades, también acaba asomando problemas en el terreno de juego. Roy Hodgson, que es un entrenador bastante tradicional, ha hecho que su selección acabe yendo a Brasil con una sensación de tira y afloja donde lo positivo son los jugadores y lo negativo el estilo de juego. Pero la renovación ha comenzado, o al menos eso parece.

La convocatoria del técnico inglés fue sorprendente en algunos aspectos y decepcionante en otros. Inglaterra suele ser un país, una selección o un combinado que siempre lleva buenos nombres a las competiciones internacionales. Pero cada vez que tiene que dar la cara muestra más su debilidades que sus virtudes. Es por esto que competición tras competición parte como ¿posible? outsider y acaba dando un batacazo que no deja de repetirse. Pero esta vez los nombres no son tan típicos, o al menos no a lo que acostumbra el combinado. Esta vez han ido los que tenían que ir, o al menos la mayoría de estos. Hodgson ha hecho algo bien, y es dar un salto generacional a una selección que pedía a gritos la entrada de nuevos jugadores, de savia nueva que haga luchar a una selección que pasa por horas bajas. Y es que los que van a Brasil, es decir, los Barkley, Sterling, Shaw, Lallana, etc tienen un papel importante. Tal vez su repercusión no sea espectacular, o puede que sí, pero el primer paso está dado.

Ahora, junto a la vieja guardia del combinado, tienen la intención de conseguir dejar una buena imagen de la selección en este torneo. Si Roy Hodgson consigue dar una imagen de equipo consistente y claro de ideas pueden plantar cara a cualquier selección (o a casi cualquiera). Hasta el momento el juego no ha sido el mejor, tampoco el estilo ni las ideas del entrenador, e incluso los jugadores han mostrado mucho menos de lo que pueden dar. Tal vez la fase de clasificación para el Mundial no nos mostró todo lo que pueden enseñarnos, o al menos eso quiero pensar. La nueva generación ataca, y con estos, los jugadores más antiguos de la plantilla tienen una nueva oportunidad de demostrar lo que pueden ser y no lo que podrían haber sido. Y es que Inglaterra siempre recuerda a eso, al "lo que podrían haber sido". El Mundial espera.

martes, 11 de febrero de 2014

Los tres mosqueteros


En Southampton tienen motivos esta temporada para estar contentos. La comunión que hay en el equipo, la constancia en la búsqueda de los buenos resultados y la confianza puesta en su entrenador están haciendo que se comience a construir algo grande, esperanzador y alegre. Si la temporada pasada el mantener la categoría supuso un reto costoso, esta temporada está siendo una sorpresa para el fútbol inglés. El Soton está siendo la sorpresa de la Premier League. Luchando en la parte alta, rozando las posiciones europeas, se encuentra Pochettino y sus pupilos. Este conjunto de jugadores está rindiendo a las mil maravillas. Y si esto fuera poco, el entrenador argentino está sacando el máximo rendimiento a cada uno de sus soldados. La esencia de Nigel Adkins se mantuvo con la marcha del entrenador, pero además de esto Pochettino ha conseguido que este equipo de lo mejor de sí, que luchen como un equipo de su calibre puede.

En especial hay tres jugadores que han dado un paso adelante en la plantilla esta temporada. Los tres son los que llevan el liderazgo del equipo, y posiblemente son los que mejor están rindiendo. Pasan las jornadas y siguen dando motivos de por qué hay que confiar en ellos. En definitiva, Pochettino ha encontrado a sus tres mosqueteros d turno, a los tres jugadores que se posicionan en la línea de ataque: Jay Rodríguez, Rickie Lambert y Adam Lallana. A cada cual más presente a cada cual más constante. Estos tres espadachines encabezan un proyecto lleno de ilusión y grandes experiencias.

Hay que mencionar especialmente a Jay Rodríguez, el más joven de los tres. Es el jugador que dentro de la plantilla ha dado el mejor salto de nivel. Respecto a la temporada pasada ha aumentado sus prestaciones de forma asombrosa. En este curso acumula 10 goles y 3 asistencias en 25 partidos, lo que demuestra la confianza que tiene en sí mismo y la confianza que le ha otorgado su entrenador. El inglés, a su vez, es el jugador que más goles ha dado a su equipo fuera de casa en toda la Premier League con 7 goles (empatado con Luis Suárez y Sturridge). Según crece su rendimiento crece su importancia en el equipo. Difícil ver a un Southampton sin él. Lambert y Lallana ya mostraron su buen nivel la temporada pasada (pese a que el equipo sufrió). Pero esta temporada están siendo más constantes, teniendo más presencia. La regularidad del equipo les ha otorgado mayor importancia, por lo que están siendo una parte notoria para que el equipo luche arriba. Por su parte Lambert acumula 8 goles y 7 asistencias esta temporada, mientras que Lallana suma un total de 7 goles y 5 asistencias. Ambos están haciendo un buen trabajo, y más allá de eso recogen la esencia de un equipo que hoy en día va de la mano de su afición. Hay licencia para soñar.

Gracias al buen rendimiento que están demostrando, además de que la suerte ha sonreído a su club, les ha sonreído a ellos mismos. Hace poco fueron convocados con Inglaterra juntos (Lambert ya había ido en más ocasiones), y seguramente uno de los tres por lo menos acabará estando en la cita del Mundial de Brasil. Dicen que el buen trabajo se acaba premiando, que da sus frutos. En este caso los tres están siendo premiados con dos cosas: primero con la buena posición de su equipo en Premier League, y segundo con su convocatoria con la selección inglesa. 

Sería injusto no mencionar el buen nivel y trabajo del resto de la plantilla. Hay que decir que lo están haciendo bien y todo va en sintonía. Tanto los defensas, como los centrocampistas como cualquier jugador están demostrando que este equipo puede mirar arriba, aspirar alto y pensar que lo que se les ponga por delante lo pueden conseguir. Pero más allá de eso Pochettino ha encontrado a sus tres mosqueteros, los tres jugadores que llevan sobre todo el peso del ataque. Se mueven arriba, encaran a sus rivales, luchan cada pelota y buscan la portería con ganas, con fuerza, con entrega. Solo falta saber quién será el D'Artagnan de esta historia. ¿O posiblemente lo sea Pochettino?

Las buenas historias suelen tener un final bonito. Después de tanto sufrimiento, el Southampton, su afición y la ciudad están construyendo el camino a seguir cuando se encuentren perdidos. Esta es la recompensa a pasados años de dura lucha. Si abriéramos un libro, nos encontráramos con la historia actual del Southampton y comenzaramos a leerla, encontraríamos que todos los elementos están bien posicionados para que disfrutáramos página por página. Solo faltaría encontrar el final de esta buena historia. Pocas veces tres protagonistas sirvieron de pretexto para hablar de unas sensaciones. Mientras el tiempo pasa, el Southampton sigue sonriendo. Al fin y al cabo, esta es su historia y nosotros solo podemos disfrutarla.

domingo, 26 de enero de 2014

Erase una vez



Un equipo. Vestía de rojo y blanco, a rallas. Cada semana le tocaba jugar. Procedían del condado de Tyme y Wear. No siempre les salían las cosas como querían, pero intentaban ceñirse a su papel. Su plantilla estaba compuesta por jugadores de buen nivel. No siempre todos rendían como se esperaba, pero el fútbol es así, una montaña rusa. Eso agravaba la situación, les condenaba y les hacía caer a las zonas más bajas de la tabla de clasificación. Temían lo peor.

Con buenos jugadores, cualquiera se preguntaría por qué caían cada jornada más bajo. Por qué cada vez la situación era peor. Tal vez ese no fuera su papel. ¿Y sí querían más? Tal vez necesitaban algo o alguien que uniera las piezas. Alguien que deshiciera el puzzle y colocara cada fragmento en su sitio. Todvía se desconocía la imagen que daba el resultado final, o al menos hasta ahora no se había plasmado con claridad. Todo se veía borroso. ¿Cómo calificar algo cuándo no se aprecia lo que se ve?¿Cómo ver un conjunto cuando las piezas no estaban en su sitio? Esto era el Sunderland. Un equipo a la deriva, apagado y falto de ideas. La necesidad de que algo les hiciera reaccionar era alta.

Y ese punto que faltaba llegó. O mejor dicho, no fue un punto, fue la mano que colocó cada parte en su sitio. Gustavo Poyet, uruguayo y conocedor del fútbol inglés. La tarea, complicada. Los ánimos, bajos. Y la necesidad, infinita. El panorama no era le mejor, y las sensaciones estaban por ver. A veces hace falta ese "algo" para cambiar un todo. El Sunderland encontró su algo, y Poyet encontró su todo.

Una vez comenzó a probar, las cosas siguieron igual. Difícil rehacer algo cuando todo está desmoronado. Cuando los fragmentos están desgastados y mal puestos. El inicio no fue fácil, se podría decir que hasta difícil. Pero las sensaciones habían cambiado, había algo nuevo. Con paciencia, constancia y continuidad se comenzó a encontrar una pequeña solución. Pequeña solución que iría creciendo. El uruguayo supo desde un comienzo que sus jugadores, sus guerreros, estaban hechos para intensificar el juego durante un tiempo determinado. La elección, los segundos 45 minutos de cada partido. Esa sería la gran arma en el campo. Sus jugadores, armados con sus camisetas y sus ganas, serían al fin y al cabo los que tendrían que revertir la situación. Los que tendrían que conseguir sus objetivos sobre el campo. Una situación que había llegado demasiado lejos.

Con el tiempo el equipo encontró al mago que distribuyera el balón sobre el campo. Sería Ki, probablemente el que mejor rendimiento está dando desde la llegada del uruguayo. También se conoció al oportunista que conociera la importancia de cada momento. Sería Borini. Y bueno, más allá de cada actor, detrás del papel se encontraba el equipo, donde todos eran importantes. Porque al fin y al cabo, el puzzle se estaba construyendo, y no hay solución final si no encajan todas las piezas. Todos por una misma causa. Su causa, la del club y la de su afición. Motivos suficientes para luchar.

Con unas cuantas jornadas juntos a sus espaldas el equipo sigue luchando por más. La situación ha cambiado, o al menos hay indicios de ello. Tal vez no sea tanto el hambre, sino la necesidad de ganar. 45 minutos dan para mucho. Ahora, con una final de Capital One Cup por disputar, una salvación que conseguir, el equipo se ve con fuerzas. El Sunderland ha aprendido a luchar, a saber que sin victoria no hay permanencia, a saber que sin victoria no hay gloria final.

Erase una vez una ciudad, una afición, un estadio, unos jugadores y un entrenador. Todo por sí solo puede que no signifique nada. Incluso puede que por sí solo todo no tenga ningún sentido, que todo perdiera su significado. Pero cuando todo se junta la imagen es nítida, y la emoción es grande. El Sunderland sigue su escalada. Mientras tanto, el club sabe que Gustavo Poyet era lo que necesitaba, y el técnico uruguayo sabe que el Sunderland era lo que necesitaba él. Al fin y al cabo, cuando hay una mano y unas piezas, todo tiene que ir acabando en su sitio. Poco a poco todo va siendo más claro, pieza a pieza, fragmento a fragmento, parte a parte.

miércoles, 8 de enero de 2014

Las dudas de Moyes


Como si de un encaje de bolillos se tratara, David Moyes vive en un constante hacer y deshacer para dar con la clave que haga que su equipo muestre una constante positiva. Actualmente, ni las herramientas son las idóneas, ni la estructura sobre la que se sustenta el Manchester United ayuda a que todo sonría. La derrota en FA Cup del club de Manchester fue un síntoma más de la inestabilidad que hay jornada tras jornada en los red devils. Difícil predecir el futuro del equipo. Mientras tanto Moyes sigue tejiendo algo que día tras día siembra más dudas.

El club pasa por una crisis por la que no pasaba desde hacía años, y es que tras el retiro de Sir Alex Ferguson las cosas no han salido según lo que se esperaba. A la mala gestión de los fichajes por parte del club/Moyes, hay que unir el tira y afloja en el juego del equipo. Centrándonos en estos dos aspectos, en el mercado de fichajes de verano el equipo no fichó en base a las necesidades de la plantilla. El club cerró en el último momento a Fellaini, un jugador al que Moyes había hecho jugar por delante de los centrocampistas en el Everton, y que llegaba al Manchester United con una labor muy distint. Se esperaba que el jugador belga fuera el eje del centro del campo, y que se complementara con Carrick en la organización del equipo, quitando bastante peso al jugador inglés. También encontramos la poca constancia en el juego de Moyes, o al menos la falta de ideas del entrenador y su equipo. Cuando un partido se le tuerce a los jugadores y tienen que anteponerse a las adversidades, suelen fallar. El equipo además no se siente a gusto dominando los partidos con el balón, algo que les está tocando hacer esta temporada, y que no están sabiendo superar. A esto hay que unir que en muchas ocasiones los cambios no son los idóneos para que el equipo. David Moyes lanzó un mensaje a los aficionados diciendo que había pocas probabilidades de que llegaran refuerzos en invierno. Si los fichajes fallan y el sistema falla, la conclusión es que el conjunto falla.

A esto hay que unir la poca suerte que está teniendo el club de Manchester con las lesiones, donde está presentando una constante baja en sus mejores jugadores. Todo esto agrava la situación del equipo, y pese a que de vez en cuando surge algún jugador que saca las castañas del fuego, no es suficiente para que los de Moyes alcen el vuelo. A las malas sensaciones del equipo, la falta de rendimiento de los jugadores y las lesiones hay que sumar los malos resultados del equipo en casa. El Manchester United ha perdido a estas alturas más partidos que en cualquier otra temporada mirando desde la 1999/2000 en Premier League. La mala sensación en casa es algo que se extrapoló en FA Cup, donde cayeron derrotados frente al Swansea. Algo sorprendente si tenemos en cuenta que Old Trafford es uno de los campos más complicados del fútbol inglés. Esta temporada en Premier League el Manchester United se encuentra en la undécima posición mirando los resultados a domicilio: 4 victorias-2 empates-4 derrotas son unos números que ponen en el punto de mira al equipo de Manchester. Para que cambie la situación, los resultados a domicilio tienen que mejorar.

David Moyes tiene un contrato de 6 temporadas con el Manchester United (hasta 2019). Una vez se anunció el retiro de Sir Alex Ferguson y se nombró al ex-entrenador del Everton sucesor de este, el exitoso entrenador escocés pidió a la afición que tuvieran paciencia con él, que le dieran tiempo y confianza (en estas palabras seguramente se vio reflejado SAF, con quién tuvieron confianza pese a su mal inicio en el club). Parece que la afición está confiando en él y le está dando tiempo, aunque cada vez sea mayor la frustración con los resultados del equipo. Habrá que ver cuánto aguante tienen los propietarios del club, los Glazer, con el entrenador escocés. En el Everton David Moyes demostró que con tiempo puede sacar un gran rendimiento de una plantilla, y aunque el Manchester United está pasando por una crisis que pone en duda su labor, solo el tiempo nos acabará dando el resultado de esta etapa. Mientras tanto, David Moyes seguirá buscando las herramientas que le ayuden a hacer su encaje de bolillos.