Llevaba un tiempo debatiéndome si escribir sobre Inglaterra y mis sensaciones sobre el equipo para el Mundial de Brasil. A escasos días de que empiece la competición, y tras haberse jugado todos los amistosos habidos y por haber, donde algunos jugadores (más de los que debería) se han quedado en el camino, las selecciones están ya en el país del fútbol. Entre las ciudades, la playa y los lugares de concentración, asoma Inglaterra su cabeza para luchar una competición más por el máximo título internacional que se puede poseer. O al menos las sensaciones parecen mejores. Tal vez no sean para llegar a la cima, pero sí para estar cerca de ella.
He de decir que a lo largo de todos los partidos que he visto a Inglaterra pocas veces me he quedado satisfecho con el juego del equipo, con la actitud de los jugadores y con la mano que ha tenido Roy Hodgson para dirigir los encuentros. La falta de ideas, la costumbre a dejarse dominar por el rival y la poca búsqueda de un camino que sea continuo han hecho que esta selección haya ido sembrando dudas por cada lugar donde ha jugado. Si la riqueza de jugadores hacía ver que Inglaterra era una selección con buenos jugadores, variantes y posibilidades, también acaba asomando problemas en el terreno de juego. Roy Hodgson, que es un entrenador bastante tradicional, ha hecho que su selección acabe yendo a Brasil con una sensación de tira y afloja donde lo positivo son los jugadores y lo negativo el estilo de juego. Pero la renovación ha comenzado, o al menos eso parece.
La convocatoria del técnico inglés fue sorprendente en algunos aspectos y decepcionante en otros. Inglaterra suele ser un país, una selección o un combinado que siempre lleva buenos nombres a las competiciones internacionales. Pero cada vez que tiene que dar la cara muestra más su debilidades que sus virtudes. Es por esto que competición tras competición parte como ¿posible? outsider y acaba dando un batacazo que no deja de repetirse. Pero esta vez los nombres no son tan típicos, o al menos no a lo que acostumbra el combinado. Esta vez han ido los que tenían que ir, o al menos la mayoría de estos. Hodgson ha hecho algo bien, y es dar un salto generacional a una selección que pedía a gritos la entrada de nuevos jugadores, de savia nueva que haga luchar a una selección que pasa por horas bajas. Y es que los que van a Brasil, es decir, los Barkley, Sterling, Shaw, Lallana, etc tienen un papel importante. Tal vez su repercusión no sea espectacular, o puede que sí, pero el primer paso está dado.
Ahora, junto a la vieja guardia del combinado, tienen la intención de conseguir dejar una buena imagen de la selección en este torneo. Si Roy Hodgson consigue dar una imagen de equipo consistente y claro de ideas pueden plantar cara a cualquier selección (o a casi cualquiera). Hasta el momento el juego no ha sido el mejor, tampoco el estilo ni las ideas del entrenador, e incluso los jugadores han mostrado mucho menos de lo que pueden dar. Tal vez la fase de clasificación para el Mundial no nos mostró todo lo que pueden enseñarnos, o al menos eso quiero pensar. La nueva generación ataca, y con estos, los jugadores más antiguos de la plantilla tienen una nueva oportunidad de demostrar lo que pueden ser y no lo que podrían haber sido. Y es que Inglaterra siempre recuerda a eso, al "lo que podrían haber sido". El Mundial espera.