Caerphilly
es un pequeño pueblo situado al sur de Wales. En este país el deporte más
importante es el rugby. En las escuelas se practica desde que los niños son
jóvenes para inculcarles el valor de este juego. Las academias se llenan de
niños apuntados para aprender a jugar y divertirse. Cada cierto tiempo dejan el
rugby de lado y se lleva a cabo un torneo de fútbol. Este certamen adquiere
importancia ya que da muchas oportunidades a jóvenes talentos galeses. Sirve de
escaparate para aquellos que ven más allá del rugby. Es una oportunidad para
dar un salto a otro deporte, para expandir la idea del fútbol en el país. En
este torneo destacó el personaje de esta historia, un chico pálido y algo
menudito.
Aaron
Ramsey comenzó a jugar al rugby en su pueblo natal. Jugaba como ala y su buen
nivel le hizo fichar por un equipo más importante del país. Todo normal hasta
que cierto día, a una temprana edad, se presento al torneo de fútbol. En esta
competición impresionó de buena manera. Esto hizo que varios equipos ingleses
se fijaran en él y lo quisieran para el club. El afortunado de conseguir que
entrara en su plantilla de juveniles fue el Cardiff City. Este club de fútbol,
uno de los más importantes del país, se hizo con uno de los mayores talentos
galeses. Este equipo fue el primero profesional de Ramsey. Con bastante rapidez
comenzó a destacar entre los jóvenes jugadores de la cantera. Gracias a su buen
nivel, con tan solo 16 años, debutó con el primer equipo. Su rostro
blanquecino, su cuerpo menudo y su pelo revoltoso parecían un cuadro enfundado
en la camiseta azul del club. Esto ocurría en la temporada 2006/2007 en
Inglaterra. Poca gente se podía aventurar en un principio a decir que ese
jugador que daba la sensación de ser tímido acabaría destacando en el fútbol
mundial. Con el paso del tiempo el Cardiff le dio un mayor número de
oportunidades con el primer equipo. Esto supuso un nuevo paso en la carrera del
galés. Cada día que pasaba se contaba el tiempo para que saliera. Era un
diamante por pulir, una promesa por formar, un jugador al que instruir.
Un
gran números de equipos se interesaron por él. El club galés le siguió formando
hasta la temporada 2007/2008. Su primer club como profesional, la entidad que
le había dado alas para sembrar un futuro lleno de alegrías. Mientras los
grandes clubes ingleses se peleaban por contratarle, el seguía dejando los
últimos brochetazos como jugador bluebird
(término para denominad a la gente ligada al Cardiff City). Sus buenas
actuaciones en las copas del país y en la liga doméstica hicieron que el
Arsenal de Arséne Wenger (entrenador) apostara por él. La disputa para llevarle
al club de Londres fue dura. Una gran cantidad de clubes pujaron por él. A los
18 años de edad, Aaron Ramsey pasaba a formar parte de uno de los clubes más
laureados de Inglaterra. La cifra del traspaso se tasó en 4,8 millones de
libras. Un precio bastante alto para un jugador que hasta el momento era
“proyecto de”. Con la llegada del jugador galés, su nuevo entrenador Arséne
Wenger hizo la siguiente declaración: “Es un organizador fantástico, bueno
construyendo, con buena técnica y buena visión”.
Con
el Arsenal hizo su debut en competición europea. La Uefa Champions League fue
su escaparate dentro de un gran club europeo.
En el mismo mes hizo su primera aparición también en Premier League. Su
saber estar y su buena proyección hicieron que en el primer año firmara un nuevo
contrato para ligarse durante más tiempo al club. Ramsey no era un jugador
usual. Era uno de esos que pasan cada mucho tiempo. De los que están
predestinados a hacer historia en su país, con su selección y en el fútbol en
general. Detrás de esa apariencia algo seria, con una mueca normalmente madura
se encontraba un joven jugador con un camino importante que construir. El
jugador del Arsenal siguió creciendo como la espuma. Esto le sirvió para que
siguiera apareciendo en más partidos. Las jornadas pasaban como un suspiro y la
pasión de la afición por este jugador seguía creciendo. Ramsey era lo más
parecido a un cantante de indie. Esa
música que tanto gusta en Reino Unido y que tan buen rollo da cuando se
escucha. Detrás de una apariencia se encontraba un futuro, una carrera
brillante.
La
temporada 2010/2011 supuso su asentamiento en la plantilla. Pese a que las
expectativas con el jugador habían tenido altibajos, la tercera temporada sería
en la que adquiriría importancia dentro del equipo de Londres. Cuando mejor
fútbol estaba desplegando, cuando la suerte le estaba sonriendo y el balón
disfrutaba en sus pies de la misma manera que el disfrutaba con el balón, el
deporte se cebó con él. En un partido ante el Sunderland, una entra del central
de este equipo, Shawcross, supuso una rotura de tibia y peroné. Una lesión que
le tendría un gran tiempo apartado de los terrenos de juego. El césped le había
visto crecer. Había sido su escenario. Su gesto de dolor y su salida en camilla
del estadio auguraban una recuperación dura. El defensor que le hizo la entrada
lloraba. Todo era un drama, y el fútbol se entristecía con esta noticia. La
recuperación fue dura, muy dura. Así lo hacían entender en los medios de
comunicación los preparadores físicos del club, y el entrenador. Una
prometedora carrera cortada por una lesión que podía perjudicarle en su futuro.
Ya
en la recta final de su recuperación, declaró que se encontraba bien, que
estaba entrenando con el cuerpo físico del equipo y que su reaparición sería
pronto. Más tarde su entrenador declaró que estaba empezando a correr en los
entrenamientos. Ramsey volvía a sonreír, sinónimo de que el fútbol volvía a
darle la cara. Pero tras esta lesión volvió un jugador más maduro, más serio,
más reforzado. Ya no tenía la cara de ese chico joven que parecía escuchar
grupos ingleses durante gran tiempo. Ese chico que tenía un cuerpo tan delgado
que la camiseta le quedaba como un saco. Ahora había mejorado su físico. Estaba
más fuerte, con las ideas más claras. Tras su vuelta el Arsenal realizó varias
cesiones para que recuperara el nivel, o al menos las buenas sensaciones que
dio antes de lesionarse. El destino fue caprichoso, y uno de los clubes que le
acogió con las puertas abiertas fue el Cardiff City. Ramsey volvía a casa, al
equipo que le dio la oportunidad de crecer como jugador y como persona. El
puente hacia su futuro. Las cesiones no duraron mucho, y el jugador de Wales
volvió al equipo que le estaba formando. Su vuelta supuso una gran alegría para
la afición gunner (así se denomina a
los seguidores del equipo). Su reaparición en un partido se dio en competición
europea, como cuando debuto. Su camino estaba volviendo a construirse, y volver
a lo mismo que la primera vez no era una mala idea. Su vuelta en esta
temporada, la 2011/2012 supuso un asentamiento en la plantilla. Estaba llamado
a ser un peso pesado dentro del equipo. Atrás quedaban los años de esa joven
promesa, ese diamante en bruto por pulir. Era la hora de demostrar que valía.
Pese a su juventud, era el momento de que dijera “aquí estoy”.
Tanto
la temporada pasada como esta recogieron los mejores momentos de Aaron Ramsey
con el Arsenal. La madurez que muestra sobre el campo unida a la capacidad de
aprendizaje hacen que los presagios que había sobre él comiencen a ser ciertos.
No siempre la afición tuvo confianza en él, pero su entrenador sí. Arséne
Wenger siempre salió a la palestra para defenderle, para decir que en sus ojos
había algo especial. Con 23 años ha demostrado al mundo que el afán de
superación puede llevar a muchos sitios. Wenger no iba muy desencaminado en las
primeras declaraciones que hizo sobre él. Ramsey es un jugador de toque
exquisito, de visión prodigiosa y de calidad muy alta. Siempre luchador, nunca
se hundió ante las críticas. Pese a que no todas las temporadas fueron fáciles,
ante momentos difíciles dio un paso adelante. Hoy en día se ha convertido en
uno de los pilares del club. El futuro del equipo pasa por él. Tiene que servir
como ejemplo para los jóvenes jugadores de la cantera sepan que con esfuerzo se
pueden conseguir las cosas.
Sería
difícil describir a Ramsey hoy en día. Siempre ha sido un jugador serio dentro
del campo. Con temple, saber estar y capacidad de liderazgo. Un liderazgo que
cada día va adquiriendo en mayor proporción. Sería complicado imaginar un
futuro sin él en la entidad de Londres.
Lo más parecido para describir a este jugador es un ave fénix. Su carrera y su
personalidad han renacido con el paso del tiempo. Pese a que en su carrera
siempre sufrió un bajón, siempre se rehízo entre sus cenizas y acabó volando.
Mejor dicho, hoy en día está volando. Haciendo su mejor temporada, el fútbol
brinda cada vez que salta al terreno de juego.
Parece
mentira que su carrera comenzara en un equipo de rugby. Gracias a unas pruebas
pasara a ser jugador de un equipo de fútbol y hoy en día se codeé con los más
grandes de este deporte. La vida comienza a sonreír a Ramsey. Él es consciente
de ello y disfruta cada momento, o así lo representa en el campo. Muchas veces
los jugadores se expresan mejor sobre el campo que fuera de él. En sus pies la
pelota flota, el césped brilla y el sol se ilumina. El espectador no puede más
que agradecer que este jugador haya vuelto, que esté recogiendo lo que tanto
tiempo ha esperado y añorado. Probablemente Ramsey sea feliz con el fútbol,
pero el fútbol es más feliz desde que Ramsey ha renacido. Porque este jugador
como los buenos grupos de indie,
siempre te hacen pasar un buen momento y recordar cosas.