lunes, 4 de noviembre de 2013

El Ave Fénix galés

Caerphilly es un pequeño pueblo situado al sur de Wales. En este país el deporte más importante es el rugby. En las escuelas se practica desde que los niños son jóvenes para inculcarles el valor de este juego. Las academias se llenan de niños apuntados para aprender a jugar y divertirse. Cada cierto tiempo dejan el rugby de lado y se lleva a cabo un torneo de fútbol. Este certamen adquiere importancia ya que da muchas oportunidades a jóvenes talentos galeses. Sirve de escaparate para aquellos que ven más allá del rugby. Es una oportunidad para dar un salto a otro deporte, para expandir la idea del fútbol en el país. En este torneo destacó el personaje de esta historia, un chico pálido y algo menudito.

Aaron Ramsey comenzó a jugar al rugby en su pueblo natal. Jugaba como ala y su buen nivel le hizo fichar por un equipo más importante del país. Todo normal hasta que cierto día, a una temprana edad, se presento al torneo de fútbol. En esta competición impresionó de buena manera. Esto hizo que varios equipos ingleses se fijaran en él y lo quisieran para el club. El afortunado de conseguir que entrara en su plantilla de juveniles fue el Cardiff City. Este club de fútbol, uno de los más importantes del país, se hizo con uno de los mayores talentos galeses. Este equipo fue el primero profesional de Ramsey. Con bastante rapidez comenzó a destacar entre los jóvenes jugadores de la cantera. Gracias a su buen nivel, con tan solo 16 años, debutó con el primer equipo. Su rostro blanquecino, su cuerpo menudo y su pelo revoltoso parecían un cuadro enfundado en la camiseta azul del club. Esto ocurría en la temporada 2006/2007 en Inglaterra. Poca gente se podía aventurar en un principio a decir que ese jugador que daba la sensación de ser tímido acabaría destacando en el fútbol mundial. Con el paso del tiempo el Cardiff le dio un mayor número de oportunidades con el primer equipo. Esto supuso un nuevo paso en la carrera del galés. Cada día que pasaba se contaba el tiempo para que saliera. Era un diamante por pulir, una promesa por formar, un jugador al que instruir.



Un gran números de equipos se interesaron por él. El club galés le siguió formando hasta la temporada 2007/2008. Su primer club como profesional, la entidad que le había dado alas para sembrar un futuro lleno de alegrías. Mientras los grandes clubes ingleses se peleaban por contratarle, el seguía dejando los últimos brochetazos como jugador bluebird (término para denominad a la gente ligada al Cardiff City). Sus buenas actuaciones en las copas del país y en la liga doméstica hicieron que el Arsenal de Arséne Wenger (entrenador) apostara por él. La disputa para llevarle al club de Londres fue dura. Una gran cantidad de clubes pujaron por él. A los 18 años de edad, Aaron Ramsey pasaba a formar parte de uno de los clubes más laureados de Inglaterra. La cifra del traspaso se tasó en 4,8 millones de libras. Un precio bastante alto para un jugador que hasta el momento era “proyecto de”. Con la llegada del jugador galés, su nuevo entrenador Arséne Wenger hizo la siguiente declaración: “Es un organizador fantástico, bueno construyendo, con buena técnica y buena visión”.

Con el Arsenal hizo su debut en competición europea. La Uefa Champions League fue su escaparate dentro de un gran club europeo.  En el mismo mes hizo su primera aparición también en Premier League. Su saber estar y su buena proyección hicieron que en el primer año firmara un nuevo contrato para ligarse durante más tiempo al club. Ramsey no era un jugador usual. Era uno de esos que pasan cada mucho tiempo. De los que están predestinados a hacer historia en su país, con su selección y en el fútbol en general. Detrás de esa apariencia algo seria, con una mueca normalmente madura se encontraba un joven jugador con un camino importante que construir. El jugador del Arsenal siguió creciendo como la espuma. Esto le sirvió para que siguiera apareciendo en más partidos. Las jornadas pasaban como un suspiro y la pasión de la afición por este jugador seguía creciendo. Ramsey era lo más parecido a un cantante de indie. Esa música que tanto gusta en Reino Unido y que tan buen rollo da cuando se escucha. Detrás de una apariencia se encontraba un futuro, una carrera brillante.

La temporada 2010/2011 supuso su asentamiento en la plantilla. Pese a que las expectativas con el jugador habían tenido altibajos, la tercera temporada sería en la que adquiriría importancia dentro del equipo de Londres. Cuando mejor fútbol estaba desplegando, cuando la suerte le estaba sonriendo y el balón disfrutaba en sus pies de la misma manera que el disfrutaba con el balón, el deporte se cebó con él. En un partido ante el Sunderland, una entra del central de este equipo, Shawcross, supuso una rotura de tibia y peroné. Una lesión que le tendría un gran tiempo apartado de los terrenos de juego. El césped le había visto crecer. Había sido su escenario. Su gesto de dolor y su salida en camilla del estadio auguraban una recuperación dura. El defensor que le hizo la entrada lloraba. Todo era un drama, y el fútbol se entristecía con esta noticia. La recuperación fue dura, muy dura. Así lo hacían entender en los medios de comunicación los preparadores físicos del club, y el entrenador. Una prometedora carrera cortada por una lesión que podía perjudicarle en su futuro. 



Ya en la recta final de su recuperación, declaró que se encontraba bien, que estaba entrenando con el cuerpo físico del equipo y que su reaparición sería pronto. Más tarde su entrenador declaró que estaba empezando a correr en los entrenamientos. Ramsey volvía a sonreír, sinónimo de que el fútbol volvía a darle la cara. Pero tras esta lesión volvió un jugador más maduro, más serio, más reforzado. Ya no tenía la cara de ese chico joven que parecía escuchar grupos ingleses durante gran tiempo. Ese chico que tenía un cuerpo tan delgado que la camiseta le quedaba como un saco. Ahora había mejorado su físico. Estaba más fuerte, con las ideas más claras. Tras su vuelta el Arsenal realizó varias cesiones para que recuperara el nivel, o al menos las buenas sensaciones que dio antes de lesionarse. El destino fue caprichoso, y uno de los clubes que le acogió con las puertas abiertas fue el Cardiff City. Ramsey volvía a casa, al equipo que le dio la oportunidad de crecer como jugador y como persona. El puente hacia su futuro. Las cesiones no duraron mucho, y el jugador de Wales volvió al equipo que le estaba formando. Su vuelta supuso una gran alegría para la afición gunner (así se denomina a los seguidores del equipo). Su reaparición en un partido se dio en competición europea, como cuando debuto. Su camino estaba volviendo a construirse, y volver a lo mismo que la primera vez no era una mala idea. Su vuelta en esta temporada, la 2011/2012 supuso un asentamiento en la plantilla. Estaba llamado a ser un peso pesado dentro del equipo. Atrás quedaban los años de esa joven promesa, ese diamante en bruto por pulir. Era la hora de demostrar que valía. Pese a su juventud, era el momento de que dijera “aquí estoy”.


Tanto la temporada pasada como esta recogieron los mejores momentos de Aaron Ramsey con el Arsenal. La madurez que muestra sobre el campo unida a la capacidad de aprendizaje hacen que los presagios que había sobre él comiencen a ser ciertos. No siempre la afición tuvo confianza en él, pero su entrenador sí. Arséne Wenger siempre salió a la palestra para defenderle, para decir que en sus ojos había algo especial. Con 23 años ha demostrado al mundo que el afán de superación puede llevar a muchos sitios. Wenger no iba muy desencaminado en las primeras declaraciones que hizo sobre él. Ramsey es un jugador de toque exquisito, de visión prodigiosa y de calidad muy alta. Siempre luchador, nunca se hundió ante las críticas. Pese a que no todas las temporadas fueron fáciles, ante momentos difíciles dio un paso adelante. Hoy en día se ha convertido en uno de los pilares del club. El futuro del equipo pasa por él. Tiene que servir como ejemplo para los jóvenes jugadores de la cantera sepan que con esfuerzo se pueden conseguir las cosas.

Sería difícil describir a Ramsey hoy en día. Siempre ha sido un jugador serio dentro del campo. Con temple, saber estar y capacidad de liderazgo. Un liderazgo que cada día va adquiriendo en mayor proporción. Sería complicado imaginar un futuro  sin él en la entidad de Londres. Lo más parecido para describir a este jugador es un ave fénix. Su carrera y su personalidad han renacido con el paso del tiempo. Pese a que en su carrera siempre sufrió un bajón, siempre se rehízo entre sus cenizas y acabó volando. Mejor dicho, hoy en día está volando. Haciendo su mejor temporada, el fútbol brinda cada vez que salta al terreno de juego.

Parece mentira que su carrera comenzara en un equipo de rugby. Gracias a unas pruebas pasara a ser jugador de un equipo de fútbol y hoy en día se codeé con los más grandes de este deporte. La vida comienza a sonreír a Ramsey. Él es consciente de ello y disfruta cada momento, o así lo representa en el campo. Muchas veces los jugadores se expresan mejor sobre el campo que fuera de él. En sus pies la pelota flota, el césped brilla y el sol se ilumina. El espectador no puede más que agradecer que este jugador haya vuelto, que esté recogiendo lo que tanto tiempo ha esperado y añorado. Probablemente Ramsey sea feliz con el fútbol, pero el fútbol es más feliz desde que Ramsey ha renacido. Porque este jugador como los buenos grupos de indie, siempre te hacen pasar un buen momento y recordar cosas.