Lo mágico suele ser aquello que nos mantiene flotando. A veces nos aferramos en ese pedacito de sueño para no despertar y poder seguir viviendo un momento que nos mantiene unidos a algo especial. Si nos fijamos en el partido que enfrentaba al Borussia Dortmund y Málaga podríamos hacer un pequeño símil respecto a esta situación. Cada equipo de alguna manera, vivía en su pequeño espacio de alegrías, de ir caminando paso a paso e ir descubriendo nuevos caminos, nuevas aventuras. Siempre mirando al futuro con ojos de incertidumbre, pero sabiendo que todo lo que había por delante no dejaba más que la recompensa del reconocimiento y la sensación de haber hecho los deberes.
El Signal Iduna Park como contexto, serviría a uno de los dos equipos para que siguiera adelante y para que el otro bajara de esta competición, no bajando con la mirada baja y pérdida, sino manteniendo siempre la cabeza bien alta por todo lo hecho en el pasado. El Málaga y Borussia Dortmund de una u otra manera no habían tenido un camino fácil hasta llegar a los cuartos de final de la UCL: Zenit, Real Madrid, Milan, Manchester City, Porto, Shakhtar Donetsk...Si cada trozo de césped pudiera contar una historia sobre cada partido que han acontecido ambos equipos, veríamos la grandeza de su situación. Hoy no era menos, era un día grande para ambos equipos, histórico, pero ellos aún no sabían de que manera encontrarían la mística que contiene esta competición europea.
La conclusión que nos ha dejado el partido entre Borussia Dortmund y Málaga es lo grandes que son ambos equipos. Por su parte el Málaga, histórico Málaga por cierto, ha demostrado la valentía de mirar a los ojos a todo lo que se le ha venido encima. Estos cuartos de final posiblemente nos haya dejado en la retina los últimos grandes momentos de jugadores como Joaquín (excelso en esta competición), Demichelis (brutal sus fases a doble partido). Pero también nos deja la cara del futuro, un Isco que se echó a su equipo a las espaldas en los momentos más duros de la competición. Que el Málaga va a quedar escrito en la historia del fútbol es un hecho, no hace falta que ganen nada para certificar lo que han hecho y lo que han conseguido (mucho más de lo que parece). El Borussia Dortmund por su parte supo coger el último billete para poder conseguir ganar esta competición. De alguna forma a ellos aún les falta escribir su historia en esta competición, pero si nos dejan algo es la lucha, la entrega y el tirar de corazón cuando más costaba creer en la victoria. Equipo, estadio y afición sostienen aquello de que en un estadio propio juegan 12, y es que el equipo alemán nunca se encontró solo.
Es difícil ver lo que ha ocurrido hoy, y más ver todo lo que te da y te quita el fútbol en tan pocos minutos. De ir ganando 1-2 a falta de 4 minutos, a perder 3-2 y ver como todo lo que habías construido se te desmorona. El equipo español cayó como un grande pese a la brusquedad de la caída, y es que si tenían que caer, merecía caer como héroes, acorde a la grandeza de su competición y de lo que habían logrado. El Borussia Dortmund ha demostrado lo que es la UCL y sus noches mágicas. El Málaga no tiene que sentirse más que orgulloso de lo que ha hecho en esta competición. Pellegrini, La Rosaleda y los jugadores quedarán en la memoria de los que vieron como lucharon. Y en la memoria quedará como ese equipo que sorprendió, ganó y afianzó, supo tocar un trozo de cielo con la yema de los dedos.