La vuelta de Alexandre Pato al fútbol brasileño de la mano de Corinthians (actual campeón del mundo de clubes), me ha hecho reflexionar un poco sobre la situación que viven muchos de los brasileños que llegan a Europa, y que por una razón u otra acaban volviendo a su país más pronto que tarde para buscar de esta manera en casa la corona triunfal que no han conseguido en el viejo continente.
La del ex-jugador del Milan es otra de tantas historias de amor por el fútbol, donde un futbolista con inmenso potencial, pasa sin pena ni gloria por un club europeo y vuelve a su país para conseguir recuperar el nivel perdido (o llegar al nivel que apuntaba) y poder ir con la selección en los distintos enfrentamientos que tenga. Las constantes lesiones que ha sufrido en los últimos años, jugando 25 partidos desde la temporada 2011-2012 hasta el mercado invernal de la 2012-2013 han hecho que lo mejor para el club que apostó por él y para el propio jugador sea volver a casa, a Brasil.
La de Pato es una de esas incógnitas de por qué no llegó su adaptación al fútbol europeo. Potencial, calidad y cualidades tenía el jugador brasileño para triunfar en Europa, pero la falta de adaptación física le acabó pasando factura, y hoy vuelve a Brasil con la misión de recuperar todo el tiempo perdido. Todo esto se ve desde un punto de vista más importante debido al contexto de la situación. Queda poco tiempo para que Brasil protagonice el Mundial de 2014, y la vuelta a la liga doméstica de este país, después de que los seleccionadores miren mucho a casa, es un aliciente para hacerse un hueco en la selección canarinha, sobre todo si miramos la cantidad de jugadores utilizados por los seleccionadores que juegan en Brasil y por la falta de delanteros en potencia para vestir la verde-amarela.
Si miramos al presente, no hay pocos jugadores que hayan mostrado interés en volver a su país para jugar al fútbol. Ejemplo de ello son el caso de Nené (jugador PSG) y Robinho (jugador Milan), los cuales se han visto tentados por equipos como Santos o Flamengo para volver a jugar a casa, en una competición que va hacia arriba cada temporada. Pero no quedan muy atrás los casos que más han sonado dentro del fútbol brasileño en su salida-retorno del país que les descubrió: Ronaldinho (jugador Atlético Mineiro) y Adriano (ex-jugador Inter de Milan). Ambos jugadores, llamados a marcar una época, tuvieron en Europa una distinta historia, lo mismo que en su vuelta a Brasil. Hay una cosa que a ambos jugadores les une, y es su dejadez a la hora de ser futbolistas para seguir en la élite del fútbol en Europa. El primero, tras demostrar un nivel altísimo en un corto periodo de tiempo estando en la élite del fútbol, se dejó llevar por la buena vida y hoy en día sigue dando espectáculo en el Atlético Mineiro, donde sigue dejando destellos de lo que un día fue. El segundo, llamado a ser el sucesor de Ronaldo y marcar época en el fútbol mundial, dio pequeñas pinceladas en Europa de lo que podía ser. Pero se vio marcado por el fallecimiento de su padre. Esto le hizo volver a Brasil, pasando por Sao Paolo, Flamengo, Corinthians con más pena que gloria, en intentos fallidos por demostrar quien es. Desde aquel trágico suceso no ha vuelto a ser el mismo. Su carrera acabó prácticamente en 2008, con 25 años. Hoy en día hay gente que aún seguimos esperando que de parte de aquello que prometía ser.
No todo son historias de vuelta, hay jugadores brasileños como Ronaldo, Roberto Carlos o Gilberto Silva que han triunfado en este continente. Pero más allá de ellos, la historia nos deja grandes talentos que vuelven a casa más pronto que tarde. Explotado o no, ese talento siempre nos acaba dejando un sabor de boca a poco, queriendo saber que habría ocurrido si hubiesen durado más en la élite mundial o se hubiesen adaptado físicamente. Berlusconi declaró que Pato volverá al Milan en un año. Todo ese tiempo que tenga dará para muchas cosas, y marcará la pauta de hasta donde puede llegar un jugador que estaba llamado a maravillar al mundo entero. Mientras, en Europa seguiremos esperando a que llegue aquel jugador brasileño que nos maraville como tantos otros parecía que lo harían.